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Lucha contra el terrorismo en el Golfo de Guinea


Sudán del Sur y Guinea Ecuatorial trabajan juntos para perseguir a los terroristas


El avance yihadista sin precedentes, que está golpeando los aparatos de seguridad del Estado en África, se opone a la debilidad de los mecanismos desarrollados por la Unión africana (UA) para contrarrestar la amenaza terrorista a nivel regional y continental. Así, los servicios de inteligencia del Sudán del Sur y Guinea Ecuatorial trabajan mano en la mano, en el marco del cumplimiento de los acuerdos universales de la Unión Africana, para la extradición de terroristas a sus respectivos territorios.


En una declaración emitida este mes de abril, el gobierno de Malabo denunció una feroz campaña mediática internacional destinada a desestabilizar y denigrar la imagen del país. Guinea Ecuatorial ha sido víctima de varios intentos de desestabilización con el único objetivo de controlar sus recursos naturales y sustituir violentamente a sus autoridades legítimas. El último de estos intentos tuvo lugar en diciembre de 2017, que incluyó un intento de asesinato contra el Presidente de la República y su familia.


Tras las investigaciones llevadas a cabo minuciosamente por los servicios de inteligencia de la República de Guinea Ecuatorial, parece que los responsables de esta tentativa de golpe de Estado eran obviamente sudaneses, chadianos y algunos ecuatoguineanos, que lograron obtener la nacionalidad española. Tras su detención, sin ningún remordimiento, la administración española exigió la liberación de "sus ciudadanos", Feliciano Efa, Julio Obama, Bienvenido Ndong (allas Roky) y Martin Obiang, incluidos algunos soldados activos del ejército español, mientras llevaban equipo militar como radios de comunicación, teléfonos satelitales, uniformes militares con la bandera española, otros materiales de guerra.


Por parte de Sudan, en 2005, un acuerdo de paz entre el Gobierno de Sudán en Jartum y el Ejército Popular de Liberación de Sudán (SPLA) puso fin a 20 años de guerra y allanó el camino para un período provisional de seis años, marcado por una paz relativa y el regreso de una gran proporción de refugiados y personas desplazadas.


Pero dos años después de la independencia de Sudán del Sur en 2011, dirigido por el presidente Salva Kiir, estalló una guerra entre los dos grupos que entonces compartían el poder y reavivaron las tensiones étnicas. De 2013 a 2018, a pesar de las iniciativas de reconciliación, el conflicto obligó a millones de sudsudaneses a huir de nuevo de sus hogares, y mató a cientos de miles de personas.


A pesar de un acuerdo de alto el fuego y de reparto del poder desde febrero de 2020, la inseguridad y los enfrentamientos armados continúan en algunas zonas. Hay más de 1,5 millones de desplazados internos y casi 2,2 millones de refugiados en los países vecinos, incluida Uganda (ACNUR, 2020).


Por el momento, las instituciones internacionales harían mejor en ocuparse de este caso para no permitir una balcanización del Golfo de Guinea, porque su desestabilización estaría al origen de la de varios otros países de la subregión, como la República Centroafricana y Camerún, que están bajo la amenaza de varios ataques terroristas, pero también de tendencias secesionistas.


El equipamiento de los terroristas detenidos por los servicios de inteligencia de Sudán del Sur y transferidos a los servicios de inteligencia de Guinea Ecuatorial para su extradición.


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